1. Como nació la idea:
Antes de ser funcionaria fui terapeuta ocupacional en un Centro dedicado a personas jóvenes
con discapacidad funcional, este post quiero dedicárselo a todas esas personas que se quedaron para
siempre en mi corazón.
Parte de mi trabajo en aquella época consistía en adaptar todo lo posible los materiales de la vida
cotidiana para fomentar su autonomía, cubriendo cualquier necesidad física, cognitiva, sensorial...
atendiendo a sus intereses para proporcionales mayor calidad de vida, buscando su mayor nivel de
independencia.
Tras años trabajando con ellos, el equipo técnico consideramos necesario incorporar al tratamiento la
importancia de su sexualidad.
Y es que, la sexualidad ha sido vista la mayoría de las veces como un aspecto relacionado
eminentemente con la reproducción, dejándose de lado aspectos importantes, olvidándose de que
también es placer, que forma parte del desarrollo humano y que facilita una mejor relación interpersonal
de la persona consigo misma, así como con el resto de las personas con las que ésta interactúa. Con lo
cual se hizo necesario darle un mayor énfasis al aspecto afectivo, emocional y social de la sexualidad,
permitiendo de esta manera, que las personas con discapacidad tuviesen una identificación más positiva
con ésta.
2. La situación de la que partía el colectivo:
La afectividad y sexualidad debía de ser educada, por lo que en personas con diversidad funcional se
hacía muy necesaria una educación en esta dimensión debido a que en el pasado, la sexualidad era
entendida como una función de procreación dentro del matrimonio y dichas personas no eran
consideradas aptas para casarse, ni tener hijos, por lo que no tenía sentido prestar atención en este
aspecto de sus vidas, además se les reprimía sus necesidades y manifestaciones sexuales,
considerándolas peligrosas, obsesivas o de riesgo. También sus condiciones de socialización: las
oportunidades de relacionarse con iguales, son muy escasas y carenciales, limitándose a contexto
familiar y/o centro residencial, con contextos controlados y vigilados, todo esto ha tenido unas
consecuencias graves donde a las personas con diversidad funcional se les ha considerado personas
“asexuadas”
Decidimos hacernos oír, planteamos un proyecto y finalmente recibimos colaboración de la administración
pública, tanto financiación como colaboración de profesionales y especialistas actualizados, con ello
pudimos incorporar al tratamiento de los usuarios los talleres semanales de sexualidad, tanto para personas
con diversidad funcional como para su personal de apoyo, trabajamos desde lo global (los diferentes códigos
de comunicación, pasando por la afectividad, deseo, placer...) y concretando en aspectos más
específicos (prácticas sexuales, métodos anticonceptivos...) y resolvíamos sus dudas mediante la
participación activa y reflexiva del grupo a través de dinámicas para asegurar el aprendizaje.
3. Los resultados:
Fueron muy positivos, alto nivel de interés y participación, observamos que dimos
lugar a un espacio seguro de libertad de expresión donde se sentían muy cómodos y exponían con naturalidad
sus inquietudes.
Estos días he vuelto a contactar con mis compañeros, para incluir información actualizada en este post;
quería saber si 5 años después los talleres continúan impartiéndose y mi grata sorpresa es que sí, sus
beneficios han sido visibles en este tiempo y en la actualidad estos programas continúan formando parte
del tratamiento integral de los usuarios en el centro.
4. En cuanto a los pros y contras:
- PROS: Reseñaría que los usuarios y sus familias se han mostrado durante este
tiempo agradecidos de recibir un apoyo adecuado para fomentar una sexualidad sana que les permite
un autoconocimiento, el cual les ayuda a ser conscientes de que la sexualidad forma parte de su
persona, desvinculándola de la prohibición y los tabúes, para tratarla de la manera más normalizada
posible. El aporte de herramientas que facilitan la toma de decisiones y la autonomía en un aspecto que
forma parte de sus vidas.
Como - CONTRAS: indicaría que en los centros suele producirse la falta de privacidad, lo que dificulta en
cierta medida una sexualidad natural. También es palpable la falta de información en la sociedad sobre
las necesidades de este colectivo, la tendencia a infantilizarles no facilita una visión objetiva y relacionan
su sexualidad con peligro.